Lo que falta es trabajo digno
Una reflexión sobre el desconecte entre empresario y colaborador en el mundo del salario mínimo.
Hace tiempo que no escribo por acá, pero esta vez quiero platicarles de un libro muy significativo a título personal; una lectura obligada para todos los que estamos en esta industria (aunque debería ser obligatoria para todo el mundo):
Nickel and Dimed: On (Not) Getting By in America
Una cruda y poética crónica de Barbara Ehrenreich, en una impecable labor de periodismo de investigación, en la que relata el lado humano detrás de las caras sin identidad detrás de la industria del salario mínimo, y el lado inhumano de las corporaciones (y los clientes) que conforman la misma. Un relato íntimo y honesto de la epifanía de comprender la gran brecha económica que separa al salario mínimo del resto de los trabajos, sin sentirse pretencioso, patronizing o victimizante.
Es común en México (y seguramente en muchas partes del mundo) escuchar a empresarios quejándose de que la gente es floja, de que trabajo hay; lo que no hay, es gente que quiera chambear. No voy a decir que no lo dije yo mismo un par de veces en la desesperación.
Sin embargo, esta miopía que viene desde un lugar privilegiado (y en el cual tuvimos la casi imposible fortuna de nacer) nos hacen no ver, o no querer ver que lo que no hay, es trabajo digno.
¿Cuántas veces hemos caído en las rígidas normas de los deptos. de RRHH ya casi sin cuestionarlas?
L@ mandaste de regreso porque es el tercer día al hilo que llega tarde = poca seriedad y compromiso
No llegó porque no tiene quién le cuide al niño = problemas innecesarios y ajenos al negocio = poca seriedad y compromiso
Le dieron más días de incapacidad por algún incidente y ya contabas con la persona para arrancar ese día = floj@, quiere cobrar sin chambear = poca seriedad y compromiso
Se encamotó y se le olvidó una orden = poca seriedad y compromiso
Llegó enojad@/seri@ y así se aventó el resto del turno = jetón/a, malencarado, no le interesa el trabajo, malagradecido
Enojad@ porque le tocaron otra vez las talachas o la loza = no trabaja en equipo = poca seriedad y compromiso
Hay tanto contexto detrás de cada cosa, de cada acción y de cada respuesta; pero el aceleradísimo ritmo y la incesante monotonía del day in, day out nos vuelve totalmente cegados e insensibilizados. Es muy fácil—como supervisor, gerente, patrón—ignorar muchas de las causas de estos incidentes. Tú no haces 3:30 horas desde tu casa a la chamba, ni tienes que preocuparte por quién llevó a tu hija a la guardería o a casa de tu mamá, ni te diste cuenta que tu uniforme tenía una mancha justo antes de salir, porque ayer llegaste a las 11:00 pm a tu casa y, la verdad, lo único que querías era cerrar los ojos un rato.
Claro, también muchas otras veces, como todos los que vivimos de esta industria, será por las razones que ya conocemos. Borracheras, pleitos intrafamiliares, arrestos… ¿Qué creyeron que significaba “work hard, play hard”? No me sorprende que en esta industria trabajemos puro loco, inadaptado y quien de plano no encontró chamba en otra cosa. El rubro de servicio es una industria que te exige entregar todo de ti, en nombre de la hospitalidad y la veneración al cliente. Todo, y a veces más. Al final del turno no queda prácticamente nada tuyo para dedicarte a ti.
Hay una frase de Ehrenreich en el libro que lo resume de manera bellísima (y tristísima):
"Porque el trabajo es lo que haces por los demás; fumar es lo que haces por ti. No sé por que los fervientes anticigarros nunca han entendido el elemento de autoapapacho retador que hace a este hábito tan querido por sus víctimas — como si, en el espacio de trabajo, lo único que esta gente puede llamar suyo son los tumores que están nutriendo y los pequeños momentos que dedican a alimentarlos."
Claro que se ha intentado mejorar, en particular desde el sector público, incluyendo iniciativas como la NOM-035-STPS-2018, que busca proteger la salud mental y el bienestar de los trabajadores; o los incrementos recientes al salario mínimo. Incluso, ahora mismo, se discute si las 40 horas van o no. Claro que todas estas iniciativas tienen también sus retos, tanto al interior de los negocios como en la escala macroeconómica e inflacionaria del país. Por supuesto que también, para bien o para mal, vivimos en un país donde gran parte de los colaboradores prefiere trabajar en fin de semana, porque sacar a la familia es más caro y los domingos son los días de más propina. Donde los guardias de seguridad prefieren dobletear turnos de 24x24 porque con uno solo, pues la verdad no alcanza. Donde cada mujer que entra a trabajar con nosotros, doy por hecho que es mamá soltera y el papá de los niños no le da nada.
La industria restaurantera, así como muchas otras de servicios y hospitalidad, tiene un muy largo camino por recorrer. Nosotros en Giornale incluidos. Desde hace varios años hemos estado trabajando en diversas iniciativas para hacer nuestros lugares de trabajo espacios mejores. Algunas han sido hits, otras clarísimos strikes. Pero nunca dejamos de proponer y de seguirlo intentando.
Hay que ser empáticos (y ojo, no significa no exigir). Hay que dar herramientas correctas para la realización óptima del trabajo. Hay que tener espacios cómodos y seguros. Hay que ofrecer alternativas empáticas para ayudar a las madres y padres que tienen que traer a sus hij@s al trabajo ese día. Hay que cuidar la salud física y (lo poco que se pueda de) la mental de nuestros equipos. Hay que ver a las personas que vienen a buscar trabajo a la cara durante las entrevistas. Hay que ofrecer menús nutritivos y de calidad, no mandarlos a comer sobras. Hay que dejar de borrar la humanidad de las personas que trabajan en servicio. Hay que brindar un trabajo digno. Eso es todo.
Espero que, desde nuestra esquina, nunca dejemos de trabajar por ser mejores con nuestros colaboradores, por ofrecer trabajos con dignidad y por no caer en la ceguera y el numbness asociado al brutal caos de la vida de restaurante.